El 6 de enero de 1841 es el momento elegido por Dolores para realizar su vocación; tiene veintiséis años, su padre está atendido y acompañado pues en el hogar paterno conviven su hermano Antón con su mujer y sus hijos. Es el momento de la decisión, sale en secreto de su casa y se dirige al Hospital de San Juan, donde las Hermanas de la Corporación de Caridad la reciben con alegría. Al día siguiente toma el hábito de la Hermandad y adopta el nombre de Sor María Rosa. En esta casa permanece los cuatro primeros años de su vida religiosa dedicada al cuidado esmerado de los enfermos, los ratos de oración, las velas nocturnas y una gran variedad de trabajos y encargos que sus superiores le confían.









María Rosa Molas, en el año 1844, es trasladada a la Casa de Caridad, que pasaba por una difícil situación. Aquí ejerce de enfermera, cocinera, maestra y portera, pero su principal tarea es ahora la educativa. Se encarga, con otra hermana, de la educación de las niñas y adolescentes que hay en la escuela de la Casa de Caridad, y más tarde, del “colegio de señoritas”, ganándose la confianza de sus alumnas.



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